Todavía no me he liado a combinar diferentes plantas en la misma maceta, eso será el siguiente paso, digo yo. Hacerlo con una cierta coherencia (mezclando plantas compatibles que comparten en la naturaleza el mismo espacio) tiene que ser complicado.
De momento me conformo con el paso que creo haber dado ya: he conseguido alcanzar el equilibrio, en la mayoría de las plantas que tengo, entre el riego, el calor y la luz. La cosa no es muy complicada, y básicamente consiste en tener las plantas a la sombra o con el sol directo de la mañana y durante poco tiempo, y siempre con el sustrato húmedo. Siempre quiere decir siempre, con lo que se hacen necesarias las bandejitas con akadama debajo de las macetas en verano.
Se puede poner cualquier otro sustrato, pero la verdad es que con akadama queda más vistoso, y si además le ponemos bandejitas no muy resaltonas pues mejor que mejor. El detalle en esto del bonsái es siempre importante incluidos estos aspectos. Yo uso las bandejitas negras que venden en la mayoría de las tiendas de bonsái. Son japonesas y algo caras, pero no se estropean y quedan bien.
Las raíces tienden a salir de la maceta por los agujeros de drenaje y, buscando la humedad, se extienden por la bandeja, con lo que se desarrollan muchísimo incluso en los meses de más calor. Ahora que ya va haciendo menos calor, las retiro, y corto las raíces que salen de la maceta, sin problema alguno.
Esta begonia lleva dos años en esta maceta, y me he percatado de que pinzando las flores cuando ya van a menos, antes de que se marchiten, florece mucho más. La maceta no le va demasiado, pero ya habrá tiempo para cambiarla. De momento consigo que sobreviva al invierno protegiéndola de las heladas. El único problema es que las hojas, cuyo colorido es espectacular, mucho más que el de las flores, son delicadas y con solo rozarlas se rompen, así que hay que tener mucho cuidado si quieres tenerla bien.
Esta otra (saxifraga paniculata) se la compré a José Acuña, y me encanta como es capaz de crecer en tan poco espacio. De vez en cuando arranco algunas hojas viejas de las rosetas más grandes para que las que acaban de nacer y son pequeñas, reciban luz y se desarrollen. De esta manera cada vez hay más y son más pequeñas.
Tengo varios tipos de oxalis, una planta que me llama mucho la atención, pero la que más me gusta es esta que me ha regalado mi compañero de vicio Javier Rodríguez. He conseguido que los tallos no crezcan demasiado, pero no se muy bien como. Obviamente no es por la luz que recibe, porque la tengo a la sombra todo el día. Yo diría más bien que es por el tamaño de la maceta. Por la noche las hojas se cierran y parecen mariposas.
Navegando por internet buscando páginas sobre bonsái, me di cuenta de que sobre todo en Gran Bretaña se cultiva mucho una planta que aquí es casi imposible de encontrar en sus variedades enanas, pero que es una maravilla. Esta hosta la compré en un vivero y tenía unas hojas cuatro veces más grandes que estas. En invierno pasado limpié los rizomas y los dividí. Los planté en macetas pequeñas y este es el resultado de la única que no regalé.
En primavera, ya avanzada, hecha un tallo largo en cuyo extremo florece. A mi me parece espectacular, y hay algunas variedades, enanas ya de por si, para alucinar.
Es curioso como esta Ledebouria paciflora (también de José Acuña) ha crecido mucho más en esta minúscula maceta que en otras más grandes. No se porque será, porque tengo varias y ya digo que esta es la que mejor está y la que menos espacio tiene para las raíces. La floración es muy interesante también, pero lo malo es que la hecha a comienzos de la primavera, y como la planta (en mi caso) acaba de pasar los fríos del invierno, anda todavía recuperándose, con lo que no está en todo su esplendor. La intentaré cuidar mejor este año.
