sábado, 26 de marzo de 2016

Gambatte!

Al finalizar mi estancia en Taishoen, Oyakata me dio un diploma escrito a pulso en inglés, que aunque todavía no soy muy consciente, va a significar mucho en mi vida, lo sé.
También me dio una lámina con un kanji (o eso creo). Le pregunté qué significaba y me dijo que trabajara duro todos los días. Después me preguntó que si tenía una escuela en España, y le contesté que no riéndome. El no se rió y me dijo que esperaba que expandiera el bonsai allí donde estuviera, o algo así entendí yo. Le dije que me encantaría hacerlo. 'I will do my best'.

Este viaje que ya he terminado, no era sólo una vía para aprender bonsai. También me he enfrentado a algunos miedos que uno tiene y que no suele confesar por temor a hacer el ridículo.
He estado muy poco tiempo, soy consciente. Pero he dado un paso muy grande y ahora digamos que veo mejor el camino que deben seguir los árboles, que es en mi opinión lo más importante y lo más difícil en esto del bonsai. La técnica es practica, repetición, orden, rutina, limpieza.
Ahora es todo un poco raro. Mi rutina en España tiene muy poco que ver con el bonsai, pero espero no olvidar que todo consiste en esforzarse. No me acuerdo dónde leí que tanto si crees que puedes como si crees que no puedes, en ambos casos, estás en lo cierto.


No me creais si quereis, pero siempre he sabido que vendría a este lugar. Sin embargo, cuando entré por primera vez estaba como un flan. Mas tarde pasé por esta puerta muchas veces, ya inmerso en el trabajo cotidiano, y la cosa se normalizó. Pero me fue muy dificil la primera vez.










Me he reido mucho, y tambien he observado cosas que no me han gustado nada y que me han marcado, para que voy a mentir, No es sitio este para contarlas, y supongo que forman parte de mi aprendizaje. Pero han cambiado la imagen, mucho más dulce e inocente, que yo tenía de todo esto.

Es curioso, pero solo hice dos fotos del monte Fuji. Una en el coche de Oyakata, cuando casi nos quedamos tirados en la autopista por falta de gasolina, y otra en el avión de vuelta a Londres.
Supongo que se le podría sacar algún significado a esto. Se me ocurre que lo he visto todo desde demasiado lejos y demasiado rápido para poder juzgarlo con objetividad. Si, podrían ser una buena metafora estas dos fotos


Tuve tiempo para perderme cien veces, en Shizouka y en Tokio también. Y aunque en el momento lo pasé mal, ahora lo recuerdo como una buena experiencia. Alcancé buenos rincones donde volver a encontrarme.




Siempre acababa junto a los campos de té. Tan ordenados...



Trabajé muchos árboles, algunos más y otros menos. Hice de todo, pero me voy con la sensación de que marché en mi mejor momento. Cuando estaba cogiendo un ritmo bastante agradable. Es una pena pero que se le va a hacer.









Parecerá un topicazo, pero quizás lo más valioso que me llevo es haber conocido a gente muy especial. Y no hablo solo de Oyakata. Eso ha sido lo mejor, porque he aprendido muchísimo viviendo todo esto con ellos. 

Y ahora espero tener tiempo para cribar todo el sustrato que necesito para los trasplantes. He llegado en buena época. 





viernes, 11 de marzo de 2016

Oyakata

Estos últimos días he hecho un poco de todo. Desde acodar un juniperos de ciento cincuenta años para hacer dos arboles, uno de cien y otro de cincuenta, hasta montar una malla de sombreo en una zona del vivero.
He visitado otro vivero de Shizouka  también. Una clienta coreana llegó al vivero y Oyakata le hizo una especie de tour por viveros cercanos. A uno nos invitó a ir. Era digamos que mucho más real a la imagen que podemos tener de un vivero japonés. No muy grande y con un anciano sentado trabajando un árbol mientras quizás su hijo nos recibía. Había pocos árboles en comparación con Taishoen pero mucho más cuidados sin duda. Tenía gran cantidad de plantas de acento, de todos los tamaños, y había también muchos pinos en estilo bunjin, que son casi mis preferidos, así que uno se viene para casa. Con Oyakata al lado siempre hay algún descuento...
El día que ayudamos a Oyakata a montar la malla de sombreo, al terminar nos invitó a tomar té y algunos dulces. algo que es bastante habitual aquí, obligado cuando se reciben clientes. Oyakata a un lado y enfrente los demás. Una mesa en el centro con dulces variados, y un tokonoma a la derecha en el que se van exponiendo los mejores árboles alternativamente. En un momento dado Oyakata empezó a soltar palabras como de asombro. Antes de que rompiera en carcajadas me di cuenta. Había echado como dulces la comida del perro de Taiga. Uno de nosotros incluso los probó, por no desairar al maestro, claro.
Lo bueno es que con eso había recibido a varios clientes en la mañana. No podíamos parar de reír. 'Pues sabían a queso' dice Javier.
Lo de los dulces japoneses el algo muy relativo. Nunca se puede fiar uno del color ni del producto ni del envoltorio, porque me he dado cuenta de que nosotros tenemos asociados sabores a ciertos colores. Es decir, ¿quién podría pensar que un envoltorio de un caramelo podría esconder una especie de bola sabor a corteza de cerdo agridulce? Siempre que probamos algún dulce nuevo le preguntamos al de al lado que si sabe o no a pescado. Es importante hacerlo antes de metérselo en la boca porque claro, uno espera un mantecado o una galletita, y lo mismo lo es pero con sabor a curry.
En otra ocasión en la que tomábamos el té nos contó que había tenido un accidente. Por lo que yo entendí se estampó contra un coche aparcado en un parking que pertenecía a una casa. No había nadie alrededor, así que llamó a la casa para avisar que había dañado el coche, pero nadie contesto. Decidió marcharse pero dice que cuando llevaba dos kilómetros su 'corazon' no le permitía seguir (mientras lo contaba se golpeaba el pecho una y otra vez), así que volvió y dejó una notita en el coche para hacerse cargo de los daños del coche. Es todo un personaje este hombre.
En otro descanso nos escribió en un papel nuestro nombre en caracteres japoneses, y nos dijo el significado de cada sílaba, o sonido que recogía ese caracter. Interesante. Nos contó que él había sido profesor de caligrafía de joven, pero que lo dejó por falta de tiempo.

Es como Forest Gump este hombre, en todos los fregaos te lo encuentras.



lunes, 7 de marzo de 2016

Grafting time

El otro día nada más empezar la jornada Oyakata nos enseñó a utilizar correctamente la piedra para afilar lo cuchillos de injerto. Es algo que a mí por lo menos me interesa saber y que desconocía. Estas enseñanzas colaterales también me interesan. Todo tiene que ver con el bonsai.
Taiga pasó junto a nosotros mientras lo intentábamos y sonrió  No te rías de mí, recuerda que soy Messi. 'Es verdad, podrías intentar hacerlo con los pies' me respondió.
El primer día que entre en el vivero Taiga me dijo que me parecía a Messi. Yo le dije que ni jugaba al fútbol ni tenía el mismo dinero. Desde entonces bromea de vez en cuando con el tema. Buenas noches, Taiga. 'Buenas noches, Messi'.
Le comenté a Oyakata en una de sus búsquedas de material para que lo trabajara, que estaba interesado en aprender a injertar, así que estos últimos días los hemos estado dedicando a este tema. Le asistí mientras injertaba dos juniperos. El sistema de enseñanza ha sido curioso pero muy efectivo.    No solo se trata de ver cómo lo hace, sino de ir dándole cada cosa que necesita lo más rápido posible. Tiza, cuchillo, gubia, material para injertar, taladradora, pasta de cicatrización, cinta de injerto, alambre... Ahora más corto; no,ahora demasiado corto; ¡más largo, rápido, rápido!
Todo esto en su idioma particular, medio inglés medio japonés. Cuando acaba contigo tienes la sensación de ser un poco gilipollas, y más si se te ha caído alguna herramienta al suelo con las prisas. Pero has memorizado todo. Tiendo a creer que esto lo hace así intencionadamente para que lo aprendas, aunque da igual, porque sigue siendo efectivo tanto si lo es como si no.
Después de estos dos primeros juniperos me dejo otro par para que yo los injertara y hoy he hecho lo propio con un gran haya. Los he hecho de púa, de aproximación aprovechando ramas del mismo árbol, y también he injertado plantones. Siempre hay un truquillo, un atajo que vas acumulando día tras día.

Estoy satisfecho.


jueves, 3 de marzo de 2016

Avances

Hay un punto entre el no saber algo y el saberlo, un momento exacto, en el que eres feliz. Cuando te das cuenta de que lo sabes hacer y no sabes muy bien cómo has podido llegar hasta ahí. Porque no os engañéis, aquí no explica nadie nada. Todo se aprende a través de la observación y de repetirlo una y otra vez. 
El único que te explica un poco más es Asanuma, que utiliza metáforas muy didácticas, aunque le resulta muy difícil hablar y entender el inglés. En español ya sabe algunas palabras que le han enseñado los que aquí han venido, como por ejemplo ¡de puta madre! Hoy nos ha pedido que le instruyamos con alguna otra rica expresión en castellano. Mi compañero Javier le ha cedido una expresión argentina: ¡la puta que te pario!. Yo iba a rizar el rizo y le iba a enseñar 'no tengo el coño para farolillos' que es una frase muy utilizada en mi trabajo tanto por hombres como por mujeres. Pero he desistido al final. Demasiado complejo de explicar.
El caso es que como os decía aquí el método de enseñanza no tiene nada que ver con el que conocemos. Explicarte las cosas es ponértelo demasiado fácil, me decía Manuel, y así creen que no aprendes tan bien. Algunos de mis compañeros no llevan esto tan bien. Dos de ellos por lo visto se querían ir la primera semana. El problema es que este no es un buen lugar para principiantes. Hay que venir con ciertas ideas claras. Y aún así cómo dice mi compañero argentino, todos los días 'te cagan a pedos' . Oyakata no tiene paciencia. No la tiene ni siquiera para explicarte serenamente las cosas. Hay que tener eso claro desde el principio. Si lo entiendes y te adaptas al sistema, aprendes. Si te quejas de que no te explican nada, es un tiempo precioso que pierdes porque no estás trabajando.

Oyakata no se cansa de repetir que el futuro del bonsai en Europa es el shohin y de ahí para abajo. El bonsai barato, dice. El que se puede embalar fácilmente y mandar por correo vendiéndolo por internet. Básicamente lo que hace Asanuma. Es curioso por que al menos en España, cada vez se lleva el Bonsai más grande, que en mi opinión es más fácil que el pequeño. Para hacer buenos shohines hay que saber hacer bonsai por qué aquí los fallos se notan.
Hoy nos lo volvía a repetir mientras nos contaba que va a importar árboles a Brasil. 
Sin embargo al vivero solo entran señores de sesenta para arriba. Miran los árboles, se toman un te mientras charlan con Oyakata y compran algún árbol o lo dejan para que se lo trabajen. Y Oyakata, con un riñón de menos, un cancer superado, un tobillo a la virule, y que anda como un robot, pensando solo en países con un buen puerto comercial. 
Alex, otro compañero le decía que en Suiza lo que la gente quiere son árboles de flor, y no coníferas. Oyakata le respondió: no pienses en Suiza, piensa en Europa!